El maestro tiene por tarea esencial desarrollar el
Respeto y el amor a la verdad, la reflexión personal,
Los hábitos de libre examen al mismo tiempo que el
Espíritu de tolerancia; el sentimiento del derecho de
La persona humana y de la dignidad, la conciencia
De la responsabilidad individual al mismo tiempo que
El sentimiento de la justicia y de la solidaridad so-
Ciales, y adhesión al régimen democrático y a la
República.
Gregorio Torres Quintero, profesor normalista
EL QUEJOSO EDUCATIVO
“¿Y para qué quieren la
libertad sino saben ser libres?” Es una pregunta interesante que nos lleva
también a cuestionarnos, y para qué quieren el derecho a la educación sino
saben cómo exigirlo. No es lo mismo las cuestiones de hecho que las de derecho,
es decir, en el plano teórico tenemos un sinfín de posibilidades y libertades
que el plano práctico no son tan reales como se quisieran, y un ejemplo claro
de ello lo encontramos en el derecho a la educación, que en teoría y más
específicamente en el artículo tercero de la constitución se es escribe que la
educación básica debe ser laica, gratuita y obligatoria. En estos momentos nos
centraremos en uno solo de esos aspectos, a saber, el de la gratuidad. Por qué
motivos nos parece pertinente tocar este tema, ya que esta por acabar el ciclo
escolar, y pronto vendrán las inscripciones
por parte de los padres que la mayoría de ellos debe de cooperar de manera obligatoria
ciertas cuotas que permitirán el libre ingreso y egreso de sus hijos de tan
honorables instituciones, que al momento de contradecirse a sí mismas con un
derecho constitucional ponen entre dicho tal honorabilidad.
Pero cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué es más
importante este amor a la tradición de echar la coperacha o pensar en una buena
educación? ¿Cuántas personas realmente se quejan sobre la mala educación que
reciben sus hijos en las escuelas? ¿Quiénes son los culpables de que se hable
de baja calidad en educación? Son varias la interrogantes, y son tan pocas las
respuestas, sin en embargo, a medida de nuestras posibilidades trataremos de
dar una posible respuesta a este problema que parece ser sólo una parte del
todo que lo constituye.
En primer lugar se hace necesario aclarar quién es ese
quejoso educativo, el cual lo consideramos como aquella persona que tiene una
queja acerca de algún problema educativo, de cualquier tipo, ya sea desde las
cuotas antes mencionadas hasta el poco aprendizaje que su hijo obtiene por
parte de la escuela. ¿Cuántos de nosotros nos podemos catalogar de ser una
persona de este tipo, y no un simple conformista que sigue la corriente con el
fin único de evitar tener problemas, y es mejor mantener el statu quo? Pues
bien si queremos mejorar la educación lo primero que debemos hacer es comenzar
por nosotros mismos y reconocer o al menos tener una actitud crítica al
cuestionar cual es el uso que se le da a nuestra cooperación para la escuela, asistir a las juntas cuando
se rindas cuentas, ya que es penoso que se da mayor aglomeración por parte de
los padres en festividades que no tienen ningún fin más que el divertimiento y
se dé un poca por no decir nula asistencia a las juntas de rendición de cuentas
en donde se explica y se aclara que es lo que se hace con su dinero.
En segundo lugar, de qué nos sirve sólo quejarnos si al
final del día terminamos por pagar la tarifa, no basta con sólo hablar sino que
debemos actuar; se habla de que la educación debe ser una cuestión de amor,
pero que pasa cuando no nos tenemos amor ni a nosotros mismos y terminamos por
aceptar lo que se nos dice, y todavía concluimos con la frase: “pues no hay de
otra, así somos los mexicanos conformistas por naturaleza”. Pues es una idea
con la cual debemos de romper para poder aspirar a no ser sólo mejores personas
sino también ciudadanos, padres, hermanos, hijos, etc.
En tercer lugar,
quiénes son los culpables, quiénes son los amos de la educación, pero
aquí hay un punto interesante ya que para que allá un amo debe de haber un
esclavo, es una relación recíproca, el uno sin el otro serian nada. Pasa lo
mismo es el ámbito del derecho a la educación la culpabilidad es compartida,
tanto de autoridades educativas, maestros, padres, de familia, etc.
En último lugar, Platón decía que la justicia consistía en
darle a cada quien y cada cual lo que le corresponde, y aplicando esta idea al
ámbito educativo, será acaso qué tenemos la educación que merecemos. Dejemos de
ser simples borregos que se dejan guiar por la manada, de la falsa idea de “no hay de otra”, y
pasemos a ser quejosos educativos, personas que tienen la voluntad y la
capacidad de externar cuando alguna situación está siendo incorrecta,
inadecuada e ilegal, seamos personas que exigen una mejor educación, y con ello
podemos decir que queremos la libertad pero teniendo la plena conciencia de que
sabemos ser libres.
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